He pensado en algo que no sé si es
exclusivo de las mujeres o a ellos también les pasa. Nota mental:
consultar al género masculino. La cuestión es que cuando una ha
probado el cariño de una pareja, aunque sea en pequeñas dosis,
llega un momento en el que se hace necesario volver a sentirlo cuanto
antes. Y, cuidado mentes sucias, hablo del cariño sin eufemismos,
sin referirme a otra cosa que al saber que hay alguien en casa que te
espera, que te da un abrazo para ahuyentar los malos humos del día.
Hablando en el lenguaje de los fans de Anatomía, tu PERSONA, tu roca
del sexo opuesto.*
Durante un tiempo, ese rollo del auto
conocerse y auto encontrarse está muy pero que muy bien. De hecho,
creo que es muy positivo que durante tu juventud tengas un tiempo de
estar sola, de aprender a buscarte la vida, a sacarte tú misma las
castañas del fuego y convertirte en una persona adulta auto
suficiente.
Pero...llega un día en el que se
activa ese maldito reloj biológico. Ese mismo reloj que más
adelante le dice a una cuando debe de dejar de asustarse de un bebé
para dejar de dormir por él. Y, en esta ocasión, aparece con la
alarma puesta para despertar una necesidad urgente de tener pareja de
nuevo.
En ocasiones, esta alarma suele
coincidir con la entrada en escena de...ÉL (o ella...). Un
desconocido, un compañero de trabajo, un viejo amigo de la
adolescencia que reaparece por azar (y que los años han mejorado,
por cierto).
Es entonces cuando empieza la fase del
tonteo, bonita y dolorosa a partes iguales, donde vuelves a tener 15
años y el auto conocimiento y el auto encuentro no valen de nada.
Porque parece ser que la reacción química que se da en nuestro
cerebro al generar el “amor” (ni Cupido ni Eros ni ná ¡viva el
romanticismo de la neurobiología!) va en detrimento del pensamiento
racional femenino.
Así que te obsesionas un poco, o mucho
según el caso, y tu vida poco a poco se va acomodando a sus hábitos.
Tú que te las dabas de independiente, de “a mi nadie me condiciona
la vida”, empiezas a hacer cálculos espacio-temporales para
encontrarte “casualmente” con él en lugares que se han
convertido recientemente en sitios en los que siempre estás por
ahí. ¿Qué raro que nunca
antes te haya visto en este bar, no?
Pero
ahí no acaba el juego...cuando te enteras (porque haces por
enterarte) de que le encanta el rojo pasión, olvidas la tuya por los
colores pastel y te disfrazas con un conjunto de ropa interior a
juego con su coche. Y discretamente (o eso crees tú) asoma un
tirante indecoroso en el momento preciso. Menos mal que los
resquicios de dignidad que te quedan te impiden ir más allá, porque cuando tienes 15 años estas tonterías están bien vistas, pero con 30...
Todo
para que al final él no coja las indirectas, aunque las mandes con
dardos con GPS, y te diga un buen día: ¿no pensabas
decírmelo nunca, tonta?
*Para aquellos/as que tenéis a vuestra
“persona”, no esperéis a perderla para daros cuenta de lo que
significa en vuestra vida y hacérselo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario